En Budapest, Hungría, durante sesenta y cinco años, desde 1946 hasta 2011, el intituto Pikler al que todo el mundo llamaba LOCZY, por el nombre de la pequeña calle en la que se encuentra, ha sido un orfanato prestigioso que visitaban profesionales de la infancia venidos del mundo entero.

En 2006, el orfanato tuvo que convertirse en una escuela infantil (que acoge a niños y niñas menores de tres años) para poder mantenerse.

Immediatamente, sin dudas, apareció la evidencia. En este nuevo contexto no se quería renunciar a nada de lo esential: más bien, se deseaba continuar lo más posible como antes, preservando y reciclando la casi totalidad del saber acumulado allí durante decenios.

Hoy algo está claro: Loczy perdura. Tenemos que constatar que ese saber que considerábamos salvador para los niños abandonados, se revela también beneficioso para los niños y niñas que viven con sus familias.

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